10.12.08

Bella

El cine americano nos ha dado más de una alegría, sorprendiéndonos con realizadores que saben tomar lo mejor de la rama comercial y lo mejor de la rama independiente de aquel país, y se estrenan en este arte con películas que son en sí mismas pequeñas obras de arte. Y aunque Bella no es el primer proyecto de Alejandro Gómez Monteverde, sí que es, en mi opinión, una pequeña obra de arte.

Si bien se trata de una película de corte social, no cae en los tópicos en que suele incurrir ese tipo de cine y que acaba por convertirlo en pasto de modernetes y culturetas, que lo enarbolan como estandarte de ideas globalizadoras y vacuamente progresistas. Pero no es ese el tema que nos ocupa. Bella centra el grueso de su mensaje en un discurso antiabortista inteligentemente construído, en el que tienen cabida opiniones opuestas, todas ellas con sólidos argumentos que las defienden.

José trabaja como cocinero en el restaurante que su hermano Manny regenta en Nueva York. Es un chico reservado y triste que lucha interiormente contra un pasado imposible de olvidar. Por otro lado, a Nina, que también trabaja en el bar de Manny, le ocurre inesperadamente algo para lo que no está preparada. Tras saber esto, Jose invita a Nina a pasar el día con él y hablar, y así se dará inicio a una trama tan bonita como emotiva. A través de las conversaciones que ambos personajes mantendrán se le irán descubriendo al espectador dos posturas sobre un mismo problema, el aborto, pero no sólo eso; los personajes también desvelarán sus miedos y la historia versará sobre el arrepentimiento, el sacrificio y las consecuencias de las propias acciones en la vida, y del peso de las decisiones que tomamos.

Pero esto no llega a describir con acierto lo que el espectador sentirá al ver Bella. Es una película casi perfecta en su sencillez, sin aspiraciones de ningún tipo. Simplemente pone a dos personajes con un pasado que odian en situación de escucharse e intentar comprenderse, y lo cuenta de un modo tan grácil y fluído que el filme, ya de por sí breve, nos sabrá a poco al llegar los créditos. Una de esas historias que le hacen a uno sentir bien, con unos secundarios magníficos -quisiera llamar la atención sobre toda la familia de José- de los que nos será imposible no disfrutar y un final precioso y terriblemente emocionante.

Eso sí, es necesario recalcar que el espectador que busque una trama compleja con graves giros de guión no los encontrará aquí. La película transcurre de un modo previsible y sin sorpresas, aunque a mi juicio en ningún momento se hace aburrida, ya que el guión es ágil y los diálogos muy accesibles. Aunque para hacer justicia debo decir que sí que hay un detalle que todo espectador esperaría y que finalmente no se cumple, lo que en cierto modo conlleva una sorpresa, y que además pone la guinda final para enmarcar la película en el relato social y desligarla de otros géneros.

Respecto a su supuesto contenido procatólico, ultraconservador, antiprogreso y demás absurdeces politizantes que se han dicho sobre la película, me veo obligado a pronunciarme, como ya hice con Camino. La política es la política y el cine es el cine. Siempre resulta desafortunado mezclar algo tan corrompido y pútrido como lo primero con un arte tan magnífico y con tanto potencial creativo como lo segundo. Si hemos de preocuparnos por ejercer de censores y obstinarnos en ver las posturas políticas, sociales y morales de una película, jamás la disfrutaremos. Y si las hay -que no es el caso-, deberíamos aceptarlas con madurez y filosofía, pues el cine, como todo el arte, es un medio de expresión.

Maravilloso el papel de Eduardo Verástegui como José, y maravilloso el personaje que ha sabido crear. Una persona que cae del cielo al suelo en un segundo y, aún destruído, va emergiendo del agujero por una sola razón: el amor a su familia.

Quisiera mencionar también la curiosa Nueva York con que Bella obsequia al espectador. Es una Nueva York muy madrileña, cercana a más no poder y muy distinta de la que estamos acostumbrados a ver en la producción estadounidense, esto es, plagada de gentuza y criminales asesinos. No se asemeja ni siquiera a la Nueva York de Woody Allen, quizá la más humana vista en el cine. Esta es distinta. Es una ciudad de barrio, como un pueblo hecho con rascacielos.

Sin duda, se trata de una cinta recomendable para disfrutar de algo hermoso sin más, para sonreír durante 90 minutos como me ocurrió a mí. Porque, realmente, ese es casi el único error que puede achacársele a Bella, que indaga poco en el debate social que propone, no se moja; se queda en una postura neutral y cuando el espectador está listo para recibir el terrible azote del llanto cinematográfico, Bella se lo perdona y la alegría sigue siendo alegría. Aunque ciertamente, si hubiera sido de ese modo esta película sería otra.

La propongo para disfrutar de algo distinto. Cosa que, de vez en cuando, no está mal.

imagen: theaustinchronicle, ciudadmag

6 comentarios:

Leonor dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Leonor dijo...

Hola,me gusta mucho tu blog.Sigue así, llegarás lejos.
¿Has visto "Los tres días del cóndor"? No puedo encontrarla. ¿Podrías ayudarme? Gracias

Backward Compatibility Dave dijo...

Gracias por tu visita Leonor, aquí siempre serás bienvenida.
No he visto la película que mencionas, pero descuida porque lo haré sin tardanza. Cuando esté en mis manos serás la primera en saberlo.
Un abrazo desde los glaciares siberianos.

Mochuelo dijo...

Estoy tan de acuerdo con tu comentario que me he llegado a preguntar si no somos la misma persona :p

Backward Compatibility Dave dijo...

Gracias por tu visita amigo Mochuelo.
Yo también me lo pregunto a veces, pero tras un rato de infructuosa reflexión doy con la respuesta más probable. En realidad somos gemelos que fuimos separados al nacer.
Un abrazo.

Leonor dijo...

Hace un tiempo vi una interesante entrevista al actor que mencionas y ahora leyendo tu artículo sobre Bella entran ganas de verla ya.Cuando tenga ocasión te lo diré.Saludos.

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