15.12.08

Ultimátum a la Tierra (2008)

La creación de un remake siempre resulta arriesgada, y mucho más si es de un clásico tan reconocido como Ultimátum a la tierra (The day the Earth stood still, 1951). En este caso el atrevido director ha sido Scott Derrickson, conocido mayormente por su último trabajo, El exorcismo de Emily Rose.

Antes de abordar esta crítica, quisiera aclarar mi opinión personal sobre este fenómeno que constituyen los remakes. Son criticados por gran parte de la comunidad cinéfila, que considera que "si una película es perfecta, ¿por qué Hollywood se empeña en estropearla?" No puedo estar más en desacuerdo. Cierto es que los remakes suelen hacerse a propósito de grandes clásicos del cine como este que nos ocupa, pero para nada comparto la opinión de que estropeen el filme original. La película en la que se basan se mantiene impertérrita, estática en su calidad -cualquiera que esta fuere- que para nada se ve afectada por los trabajos de nuevos directores.

Aparte de esto, considero que toda película, todo intento de crear, reinterpretar, expresar, o dar una nueva visión de algo ya conocido y en suma, añadir una nueva tesela al gran mosaico de estos ciento y pico de años de cine, nunca es algo que haya que ahorrarse. Pueden salir grandes cosas de los remakes, y uno, como espectador, siempre tiene la opción última de decidir si quiere o no verlos. Dicho esto, hablaré sobre el título que ahora nos ocupa.

La película, como muchos sabrán, narra la visita a la Tierra de un alienígena llamado Klaatu que porta un mensaje, un mensaje que deben escuchar todas las naciones al mismo tiempo. El escenario elegido para emitir dicho mensaje es la sede de la ONU en Nueva York pero, debido a las tensiones y el miedo que rigen actualmente Estados Unidos, Klaatu es tratado como un prisionero de guerra y encerrado bajo férreas medidas de seguridad.

Ultimátum a la Tierra es un claro homenaje al cine de ciencia ficción de calidad de los años 50. Y, como tal, es austero en lo que muestra: no se abusa de la destrucción, del diálogo, de los rebuscados giros de guión y ni siquiera de las muestras emocionales entre personajes. La película y su desarrollo se disfrutan más por lo que excitan la imaginación y la curiosidad del espectador que por las impactantes imágenes que le muestra. Como en el cine de entonces, se reservan huecos vacíos que sólo el observador inquieto puede llenar, y hay más de un "cabo suelto" deliberado que contribuye a construir un trasfondo que no necesariamente nos explican a las claras los personajes.

Este hecho es a la vez virtud y defecto. Por un lado, el seguir de forma fidedigna la estela de una joya como el Ultimátum a la Tierra original -y hacerlo con estilo- conlleva la creación de una cinta de calidad y un buen exponente de la irregular amalgama de películas de ciencia ficción de nuestros días. Retomar las olvidadas fórmulas de antaño e implementarlas con gusto en la vertiente comercial de nuestro cine, tan poco dado ya a invitarnos a pensar, siempre resulta un chorro de aire fresco. La acción comienza sin preámbulos hastiantes, sin marear la perdiz con tonterías y eso se agradece: Jennifer Connelly en su papel de astrobióloga y los secundarios que la rodean son absolutamente creíbles, y desde el primer momento su mundo se nos hace atractivo. Ellos representan la cara más racional y sociable de los Estados Unidos, frente a la cúpula militar que teme y rechaza a Klaatu. No nos acosan con preguntas fastidiosas y desconfianzas absurdas. Un alienígena ha llegado a la Tierra y solicita audiencia, todos lo han visto. Lo asumen y siguen adelante, y ahí se palpa el verdadero espíritu de los 50.

Pero por otro lado, quizá esta fidelidad ahuyente a los más profanos del género, que quedarán defraudados por la falta de aniquilación y explosiones, o por un Gort -el autómata que acompaña a Klaatu- que, como el original, pasa la mayor parte del metraje de pie derecho. Y lo que es más destacable, un final muy al estilo ciencuentero, que no comulga con los deseos del espectador de hoy, ansioso de que todo quede zanjado de la forma más espectacular posible. Keanu Reeves, más brillante aquí que nunca, si cabe, es un exponente más que claro de lo que digo. Si bien esta revisión de Ultimátum a la Tierra es indudablemente fiel a la original, sí que aporta muchas cosas que la hacen diferente, creativa y complemetaria a la misma. El guionista David Scarpa y el propio Reeves se han lanzado a la piscina y han redimensionado a Klaatu; se nota en su trabajo que este último conoce bien el personaje que creó Michael Rennie, y lo ha plasmado con delicadeza añadiendo cosas de su repertorio. Así, veremos a un Klaatu mucho menos humano, más "alienígena", valga la redundancia. Carente de sentimientos o emociones humanas, las irá descubriendo de un modo puramente intelectual, lo que le causará gran confusión. Ha logrado un rostro inexpresivo, grave, y tan abrumador y categórico como aquel de Russell Crowe que se llevara el Oscar por Gladiator. Sin duda, un papel talentoso que viene a demostrar lo que vale este hombre.

Sólo hay un mero detalle que separa esta obra de la ciencia ficción más clásica, que no acaba de encajar en la historia principal y llega a ser bastante molesto. Estoy hablando de Jaden Smith, el chico de En busca de la felicidad, el vástago del gran Will Smith. El personaje de Bobby Benson -aquí Jacob- sigue siendo un niño educado en el odio más absoluto a lo comunista-terrorista, un perfecto hijo de su patria; pero ahora su capacidad de comprensión de la idea de que no todo lo extranjero es malo se ha vuelto tan nula que acaba siendo cargante, llegados ciertos acontecimientos tras los que uno sólo puede preguntarse por qué no combustiona espontáneamente. Flaco honor le ha hecho Derrickson a este entrañable personaje al convertirlo en algo convencional y más que visto, una mera herramienta para llegar cómodamente a un desenlace, por otro lado, fácilmente esperable. Una lástima.

Pero volviéndo al argumento, quisiera recalcar lo interesantísimo que me resulta, al tiempo que aterrador, observar como en 57 años el significado subyacente tras la cinta original de Robert Wise no ha variado un ápice. La guerra es una forma de vida para el ser humano. El miedo se usa como forma de control y como escudo contra el propio miedo. El diálogo es siempre la última opción, y casi siempre se aplica cuando ya es tarde. El mensaje pacifista de aquella película se basaba en lo irrelevantes que resultaban para Klaatu los contenciosos de la Guerra Fría, y lo sencillo que resultaba para él que representantes de todas las naciones se reunieran en un mismo sitio para escuchar un mensaje que afectaba a todos los seres humanos. Ahora, como entonces, Estados Unidos pretende agarrar el pastel de poseer los derechos sobre Klaatu y no querer compartir dicho mensaje con nadie, creyéndose los dueños de la Tierra y con poder para decidir por la humanidad al completo. Y también como entonces, los verdaderos representantes de la raza humana acaban siendo los más sabios, y no los que mejor mienten y manpulan, aunque en eso esta nueva versión avanza un paso más, llegando a afirmar que "nuestros líderes no nos representan", y mostrando a un presidente invisible que se oculta en dios sabe dónde nada más avistar las naves visitantes, y que delega en una secretaria de defensa que ejerce de pelele y en un ejército aparentemente invencible. Un espíritu crítico sin duda deudor de la ciencia ficción más pura y comprometida.

La película, en resumidas cuentas, gustará a los que más se dejen empapar por el género y dejará fríos, confusos o con ganas de más a los profanos, aunque constituye un producto de gran calidad y que goza del trabajo de un gran actor en ciernes y de un director más que correcto, lo que le confiere una solidez enorme. Algunas de sus escenas son bellísimas y muy evocadoras, y su afán por denunciar la estupidez de nuestros líderes -y el pequeño trocito que cada uno tenemos dentro- viene tan a cuento que quizá haya provocado deseos de censura en más de un mandatario, si no fuera porque todos saben que sus chanchullos e intrigas pueden, hoy por hoy, mucho más que el arte.

imagen: elseptimoarte

4 comentarios:

Lino Moinelo dijo...

Apolo infantes, me ha encantado el artículo. ¡Ay, si no fuera por los remakes! La única forma de asegurar algo de calidad, dada la escasez de creatividad actual.

Me ha gustado también lo de la critica a los lideres y la manipulación. Muy cierto.

Saludos

Backward Compatibility Dave dijo...

Gracias por tu visita y tus alabanzas Lino, sé bienvenido a esta tu casa.

Los remakes son, a mi juicio, una forma de comprender y respetar las grandes obras de aquellos que nos han precedido y lo que es más, de no olvidarlas nunca y seguir aprendiendo de ellas.

Espero verte más veces por aquí. Un abrazo.

Lino Moinelo dijo...

He tenido la oportunidad de ver la película, después de dejar mi primer comentario, y el artículo aún me gusta más si cabe.

Se consigue en el, desde un punto de vista positivo, no dejar de remarcar y señalar los defectos o peculiaridades negativas de la película, o al menos, avisar acertadamente de las partes que para un cierto público, no gustarán o dejaran insatisfechos.

Sobre todo el final, inquietante y que deja más incógnitas, nada que ver con las Independence Day o Armagedon, que tanto entusiasman a un publico que la ciencia-ficción se la trae floja. Con perdón.

Saludos (y Feliz Año)

Backward Compatibility Dave dijo...

Muchísimas gracias amigo Lino por tu apoyo a mi humilde crítica, y perdona por la tardanza.

Me alegra sobremanera que pienses que la crítica logra destacar defectos y virtudes de la película, pues ese es precisamente el objetivo de nuestras críticas aquí en Cine&Videojuegos; cubrir todos los frentes, como quien dice, e intentar informar a todos los modelos posibles de espectador sobre lo que va a encontrar en una película concreta.

Cierto es que el final de esta película se aleja de lo puramente hollywoodiano (al menos en lo que a la tónica actual se refiere), y que crea más preguntas de las que resuelve, lo que no gustará a ese público que busca algo más "autoconclusivo", por así decirlo.

Me resulta más que interesante que menciones estas dos películas y el público potencial al que atraen, ya que aunque es innegable que obras como Ultimátum a la Tierra están completamente alejadas de este tipo de "ciencia ficción", sí que aportan, a mi juicio, otras cosas muy interesantes. Pero de eso ya hablaremos más adelante... jeje.

¡Un abrazo y feliz año! Bueno, a estas alturas mejor feliz San Valentín...

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