29.12.08

Beowulf

Robert Zemeckis casi lo logra. A punto estuvo de alcanzar la perfección y crear una obra maestra del hasta ahora escasísimo abanico de cine de animación 3D para adultos. Su Beowulf pudo haber sido una de esas películas que destacan en todos sus ámbitos, que se disfrutan por lo bien que se conjuga en ellas lo clásico y lo moderno, por lo que aportan al cine de su tiempo y por su compromiso con el cine de siempre.

En vez de eso, Beowulf se queda tímidamente oculta detrás de esas grandes joyas de las que hablamos, asomándose con cobardía en ciertos momentos de metraje a ese salón de la fama para volverse a esconder en cuestión de minutos pasado ese momento de lucidez que la hizo atreverse a salir. Beowulf es, de hecho, una experiencia curiosa, interesante como mucho, que promete un mundo y al final apenas da un triste diezmo de lo prometido.

La película narra la madurez del guerrero gauta Beowulf, clásico personaje de la literatura inglesa, protagonista del Cantar de Beowulf, considerado como una de las primeras obras literarias, si no la primera, del idioma inglés. Dicho poema o conjunto de poemas nos transporta a Heoroth, un reino danés asolado por Grendel, un monstruo antropófago que periódicamente lo asalta para devorar a unos pocos y arrastrar a su guarida a otros cuantos. La llegada de Beowulf , del que se decía que tenía la fuerza de once hombres y el valor de cien, supondrá una bendición para el reino, incapaz este de defenderse por si mismo. Esto constituye el inicio del poema y del nudo de la película.

Los guionistas Neil Gaiman y Roger Avary colocaron la película en muy buena posición para sorprender, desarrollando una metaleyenda dentro de la que ya conocemos, mostrándonos a un Beowulf que aún vive cuando su nombre es ya un mito, y cuya auténtica historia -que sólo él y unos pocos conocen- tortura su conciencia. Veremos así por primera vez al auténtico Beowulf, al Beowulf mortal, de carne y hueso, al que comete errores terribles y arrastra el peso de su pasado, y esa parte de sí mismo ha de convivir con el magnífico valor y el temple con los que ha nacido. Como una especie de Marilyn Monroe, su fama de héroe invencible se hace tan gigantesca que acaba por desbordarle. El impecable trabajo de los protagonistas, Ray Winstone como Beowulf y Brendan Gleeson como su inseparable segundo al mando, Wiglaf, no hace sino reforzar este planteamiento, si bien las pocas líneas del guión dedicadas a que sendos personajes conversen no contribuyen a desarrollar el mismo.

¿Por qué digo entonces que la película es mediocre? No sólo por su irregularidad sino por su desbarajuste de guión hacia el final, y por un nexo de unión entre las distintas partes del poema original y los propios personajes que no acaba de cuajar. La primera mitad de la película -hasta que Grendel desaparece de la misma- es, a mi juicio, magnífica; posee fuerza, intensidad, es impactante y dinámica. El monstruoso Grendel está tan fabulosamente hecho que hasta conseguirá que algunos apaguen el DVD y pongan una comedia para neutralizar la sensación de inquietud que produce su visión. Es un personaje rico que llena la pantalla hasta casi salirse de ella, complejo y mucho más desarrollado a nivel argumental que en el propio poema original. Es una especie de niño contrahecho, un gigante caníbal que se presenta en Heoroth atraído por el ruido de la muchedumbre exaltada, un ruido que es incapaz de soportar. Es una criatura a la que es fácil temer, pero de la que también se puede sentir pena. De algún modo él no desea encontrarse ahí; está atrapado en su condición de monstruo y cumple su papel a duras penas, sin parecer en ningún momento que disfrute con él. El demonio es en sí mismo un secreto que Hrothgar, el rey de Heoroth, guarda celosamente desde hace años.

Pero luego Grendel nos dice adiós y ya solo queda su inevitable madre que, y créanlo, no es otra que Angelina Jolie. Este, sin duda, ha sido uno de los aspectos más controvertidos del filme y de los menos celebrados, por considerarse una excusa de poco gusto para introducir un personaje de marcado carácter erótico y permanente desnudez en una película en la que, por otro lado, habría tenido cabida en cualquier otro sitio. Bueno, he de decir que a mí no me hubiera importado mucho este hecho si no considerase que el asunto de la madre de Grendel ha sido llevado con muy poco acierto y que es, en gran medida, lo que hace que todo lo conseguido hasta el momento se desbarate y la calidad de la película caiga en picado.
La madre de Grendel es aquí algún tipo de demonio acuático de gran poder, capaz de engendrar otros demonios incluso más poderosos acorde a la fortaleza genética del padre. Así, su modo de vida pasa por atraer héroes hasta su cueva para luego seducirlos con su falaz belleza y con promesas de riquezas, logrando así la semilla con la que traer nuevos monstruos al mundo. La visita de Beowulf al mencionado cubil será la que divida el metraje en sus dos partes principales: la primera con el Beowulf utópico, un héroe infalible y sin remordimientos, tan orgulloso como para enfrentarse a Grendel desnudo y sin armas y estar así en "igualdad de condiciones"; la segunda con el Beowulf marcado por una vergüenza que sólo él conoce, y que hace que se irrite y enfurezca cuando otros alaban sus hazañas, ignorantes de que, como cualquier hombre, él también sostiene el peso de sus errores. Cincuenta años separan ambas partes, ocupados por el largo reinado de Beowulf en Heoroth.

Sin más perspectiva que la de ver a Beowulf derrotar a un titánico dragón de la forma más espectacular posible, la película pierde mucho interés. Robin Wright Penn, en su papel de Wealthow, se mantiene tan callada que llega a molestarnos. Beowulf no alivia su pena con nadie, ni siquiera con su íntimo amigo Wiglaf. Lo intenta, todo sea dicho, pero no le dejan. El tema más interesante del que disponia la película, esto es, su propio Beowulf pensativo, humano, más cercano a William Wallace que a Conan el bárbaro, queda inexplicablemente olvidado para dejar paso a la lucha con el dragón, tan exagerada y mal contada que aturde. Nada que ver con el épico combate contra el pobre Grendel. ¿Por qué los guionistas Gaiman y Avary escribieron tan talentosamente la primera mitad de la película y permitieron que terminara de forma tan convencional y aburrida? ¿Cómo es posible que Grendel constituya una revisión de lujo del poema original, y en cambio su madre sea tan tópica y este tan mal integrada en la historia? ¿Por qué no se explotó más a este Beowulf que tanto gusta y que resulta tan atractivo?
Me hago cargo de que nunca obtendré respuesta a estas preguntas. Pero aun así me resulta triste ver estas cosas, aunque las vea una y otra vez en este mundo del cine, en el que hay que cumplir con todos, con productores y público, y pretenden sumarse en cada obra factores inmiscibles como la violencia más cruda, aventura con tufillo a "para toda la familia" y pretender ser el director maduro más cool por ser el primero en Hollywood en descubrir el motion capture. Con el añadido de encabezonarse en mantener una clasificación PEGI para mayores de 13, lo cual me parece absurdo, ya que esta película muestra cosas tan violentas que disturbarán a muchos adultos -la mayoría perpetradas por Grendel-; y es así por cómo se muestran al espectador, con la naturalidad propia de un niño que no comprende del todo que lo que está haciendo está mal.

Resumiendo, diré que recomiendo Beowulf a la mayoría de cinéfilos del mundo, salvo los más puristas que no gusten de experimentos con el diseño 3D, o aquellos que odien todo lo referente a la fantasía (que los hay). Tiene buenas interpretaciones, aunque algunas de ellas sean innecesariamente breves o el guión no les haga justicia; la película aporta cosas magníficas y hasta cierto momento se ve y disfruta con interés, y además siempre resulta interesante ver nuevas propuestas, como este reciente gusto de Zemeckis por convertir a sus actores fetiche en modelos 3D. Eso sí, lo digo y lo repito: es un ejercicio constante de lucidez y autocastramiento, hasta que lo segundo puede a lo primero y acaba dejando un sabor amargo en el espectador que, como yo, había quedado hechizado con sus primeros minutos.

2 comentarios:

AlbertoP dijo...

Muy buena la crítica Apolo, pero hay un aspecto en el que no estoy del todo de acuerdo. Es cierto que en la segunda mitad de la película se desaprovecha mucho el aspecto mas humano del protagonista, llegando icluso a ser desesperante la forma en que al pobre Beowulf no le dejan desahogarse. Pero no creo que esta situación se haya producido por culpa del combate contra el dragón. Me parece un combate épico y espectacular como hacía mucho tiempo que no veía en el cine y no me parece en absoluto que sobre. Sin embargo con un poco mas de metraje -la película no llega ni a las dos horas de duración-, sin quitar la lucha con el dragón, se podría haber desarrollado al personaje protagonista dándonos ese aspecto tan interesante del Beowulf mas humano que, como muy bien dices, la película promete pero al final no ofrece. También he de hacer referencia al personaje de Wiglaf, ya que estoy completamente de acuerdo contigo en que podrían haber salido magníficas escenas entre éste y Beowulf conversando como los buenos amigos que son. Una pena.

Un abrazo y ánimo con el blog.

Backward Compatibility Dave dijo...

Muy cierto amigo Guibrush, esto que argumentas.

Posiblemente embargado por la decepción cuando acabé de ver esta película, me he expresado mal dando a entender que veo sobrante el combate contra el dragón. Nada más lejos de la realidad.
Me encanta ese combate y estoy de acuerdo contigo; lo que no me parece justo es que le han otorgado todo el protagonismo de la segunda mitad de la película, dando de lado a Wiglaf y al pobre Beowulf. Ciertamente podrían haberse añadido unos minutos más de metraje y mostrar algo más ese mundo interior del que se nos priva absurdamente, y que no le hace ningún bien a la película. Pero claro, Hollywood no quiere películas de tres horas, ni de casi tres horas, pues hemos vuelto a esa época en la que estamos contentos cuanto más nos cobran por una entrada, y a la vez cuanto menos estamos sentados en la sala.

Un abrazo.

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