16.2.09

¿Quién quiere ser millonario? Slumdog Millionaire


La última propuesta del ecléctico director británico Danny Boyle nos traslada a la India, donde un chaval de apenas 18 años, procedente de uno de los barrios más pobres y violentos de Bombay, se encuentra a punto de ganar el concurso ¿Quién quiere ser millonario? sin que nadie pueda explicarse cómo es eso posible.

Con Slumdog Millionaire el cineasta ha logrado una vez más trascender géneros y mostrar algo nuevo, un proyecto distinto que llega a sorprender, a enganchar y a conmover por igual incluso aunque se enmarque en un plano que nos resulta tan ajeno como la India, o tan impersonal como la burda televisión. Y ha logrado además contar una historia que amenaza según uno la cuenta con caer en el estereotipo, la politización o la lágrima fácil, con increíble entereza y poder narrativo, no alineándose a un bando o a otro sino dándonos a entender ambos, para que seamos nosotros quienes juzguemos por qué ocurre lo que él cuenta.

El cuerpo principal de la obra lo constituyen dos hilos temporales y argumentales, ambos bien diferenciados; por un lado tenemos los momentos relativos al propio concurso, y por otro los numerosos flashbacks que componen casi todo el nudo de la trama, y que recorren desde la infancia de los protagonistas hasta momentos antes de la acción. Este último hilo de desarrollo es lo que va a vertebrar la obra y a darle sentido, mostrando el cómo y el por qué de los protagonistas de la historia (dos hermanos) a través de las circunstancias acaecidas en su infancia y juventud, de las cuales se extrae un claro mensaje: la India no está preparada para acoger nuestro capitalismo.

Ya es habitual en el cine de este director ridiculizar, deformar o someter a exámenes éticos nuestro modo de vida, poniendo a sus héroes en situaciones límite provocadas por el mismo, o haciéndoles creer que este puede salvarles de algo insalvable. Así, veíamos a Ewan McGregor intentar escapar mediocremente a la drogadicción convirtiéndose en un perfecto hombre gris en Trainspotting; a los protagonistas de 28 días después afrontar impotentes un futuro apocalíptico por culpa de los excesos de la ciencia; o a los tripulantes de la nave Icarus II perder la noción de la realidad tratando de salvar el mundo con una bomba atómica en Sunshine.

Del mismo modo, en Slumdog Millionarie se muestra abiertamente la entrada en India de un capitalismo infecto, que penetra por sus calles como lo hace la inmundicia y los gérmenes en una herida abierta, dañando los tejidos y contagiando al cuerpo de las más variadas enfermedades, a saber: extorsión, desigualdades sociales, analfabetismo, vandalismo, cárteles de la droga, asesinatos, corrupción, violencia sin sentido y un interminable etcétera. El mensaje que transmite el film es de rechazo a una forma de gobierno social que pretende imponerse como una herencia forzosa, de manera dolorosa y obligada, a un pueblo numeroso y en crisis, sólo porque a nosotros nos conviene. El concurso ¿Quién quiere ser millonario? y la participación del protagonista, Jamal Malik, en él, es la confrontación entre esas dos partes de India; la que acepta el modo de vida occidental y se sirve de sus peores métodos para alcanzar sus objetivos, y la que lo sufre y no lo comprende, tratando de adaptarse de golpe al no vislumbrar otra salida.

No se aduce a que el capitalismo sea el demonio ni nada por el estilo, sino que no es lícito dejar que sean los corruptos y asesinos quienes aleccionen a la juventud hindú sobre él. El clásico sistema occidental para con los países en la línea del tercer mundo, esto es, tomo lo que quiero cuando quiero y como quiero, sí queda inevitablemente condenada.
Boyle no pretende, recalco, culpar a este fenómeno de todos los males de aquel país, sino sólo dejar ver que el que occidente impone es un mal sobre otro mal, sobre muchos otros que la India viene arrastrando desde hace siglos. Las guerras de religión, por ejemplo, o los graves problemas de salud pública que sufre el país quedan reflejados en la película como problemas inherentes a una India ancestral, a la que no se ha dado tiempo ni medios para adaptarse al cambio global.

Dicho esto, diré que lo primero que hay que destacar de Slumdog Millionarie es el marco espacial de la historia, la India y la propia ciudad de Bombay, o Mumbai, como allí se la conoce. Es perfecta para reforzar claramente la idea de desarrollo insostenible que el filme denuncia. La India que se nos presenta es desigual, llena de ignorancia y analfabetismo; los sicarios y capos de la droga actúan paralelamente a los paseos del guiri absurdo, ansioso por visitar los tres monumentos que conoce por foto antes de que terminen sus días libres, ya que ha elegido viajar durante 24 horas para poder ir más lejos que su vecino. El turista occidental medio, un animal de oficina poco dado a usar las manos para algo que no sea teclear, se opone en Slumdog Millionaire a la ingente infancia hindú, que les mira como presas de las que rebañar unos dólares y así seguir adelante. Y es ese sin duda uno de los detalles más logrados e interesantes de la película, su capacidad de arrastrar al espectador a la inmersión total. Nos sentiremos al lado de esos niños que se abren camino entre el estiércol de vaca sagrada y los escombros de las casas donde se criaron, seremos partícipes de sus penurias y comprenderemos sus miedos y motivaciones. El espectador diferenciará con toda claridad a los que no se dan cuenta del camino al que India se ve empujada, y a aquellos que ya andan por él y usan sus armas para no ser devorados.

¿Quién quiere ser millonario? Slumdog Millionaire es una película de marcado corte documental, en la que se relata una historia dentro de otra historia, y que unidas retratan lo que es India hoy a ojos de un mundo globalizante. Por otra parte, existe un tercer elemento de la historia, una relación amorosa, que posiblemente algunos encontrarán tópica y fuera de lugar, pero que sirve para dar sentido a un desarrollo que quizá pudiera adolecer de cierta carencia de unidad sin un elemento de este tipo.

Se trata de un filme simpático en muchos aspectos, duro en otros, si bien fácil de ver y que podrá atraer a un amplio abanico de espectadores; ya es usual en el trabajo de Danny Boyle el acercar géneros de carácter minoritario a un público más variado. Aún así, es de destacar que aquel que busque en ella una película compleja, especialmente densa o más centrada en lo documental, hallará en Slumdog Millionaire una obra quizá algo ligera, aunque no exenta de interés. Como ha sido llamada en medios ingleses, "the feel-good film of the decade", e incluso comparada con la archipremiada Juno, y tal vez no con falta de razón. Sin llegar a catalogarla como para toda la familia, sí que es una de esas películas aptas para todo tipo de cinéfilos y capaces de gustar a críticos que muy rara vez coinciden.
Sin duda estamos ante una película que se sale del baremo que ha llevado el cine angloamericano durante todo 2008, que aportará aire fresco y algo de frescura, aunque sólo sea porque apenas veremos un solo rostro no hindú en toda la obra, y con la que podremos disfrutar de un prometedor actor, Dev Patel, todo un descubrimiento para mí y quizá también para ustedes. La recomiendo para todo tipo de público.

imagen: elindependent, firstshowing, collider

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