16.7.09

Seven Kingdoms: Ancient Adversaries

Hacer una crítica de Seven Kingdoms es complicado para mí. No puede uno valorar un pedazo de su historia sin dificultades. De él hay que empezar diciendo que es un juego de una sustancia tal, que ha logrado, en mi caso, hacerse un hueco en mi persona para convertirse en un referente indispensable; no sólo en lo relativo al videojuego, sino a todo lo asociado al entretenemiento y la creatividad.

Seven Kingdoms, desarrollado por Enlight y publicado en 1997, es una maravilla. Podría concluir aquí mi crítica, porque Seven Kingdoms es maravilloso en el sentido más estricto del término: sin paliativos, sin adornos, sin complicaciones. Pero me permitirán explayarme un poco.

Creado por el gran desarrollador chino Trevor Chan, el juego pertenece al género de la estrategia en tiempo real clásica. El planteamiento es sencillo: disponemos de una base, conseguimos recursos y atacamos. Una disposición muy similar a la de su contemporáneo Age of Empires. En lo referente al modo de juego Seven Kingdoms no sorprende ni se hace complicado.

Los elementos económicos que deberemos tener en cuenta son únicamente oro y comida. El primero se obtiene mediante la explotación minera o a través de impuestos, y la segunda por el aumento de población. El juego ofrece una enorme simplicidad en su manejo, a riesgo de resultar aburrido para algunos, si bien yo lo considero una excelente manera de llevar el desarrollo al grano, directo a la estrategia. Para producir unidades, por ejemplo, no se nos exige la construcción de infinidad de bases específicas. En lugar de ello disponemos de aldeas de las que levantamos a sus habitantes para introducirlos en su edificio correspondiente, donde automáticamente se especializarán en una función. De este modo consigue Chan eliminar elementos innecesarios que, en demasiadas ocasiones, hacen farragoso el control de este tipo de juego y distraen la atención del factor estratégico.

A partir de aquí se trata tan sólo de crecer y prosperar. Como en muchos otros títulos del género, podremos elegir dos vías para nuestra expansión: la pacífica o la bélica. Pero a diferencia de la mayor parte de videojuegos de estrategia, en Seven Kingdoms la vía pacífica existe realmente. Y no sólo eso, es mucho más efectiva. Al empezar una partida, encontraremos un mapa habitado por nuestros rivales y por numerosos pueblos independientes. Si construimos centros cerca de ellos donde puedan trabajar, su nivel de resistencia será menor y terminarán por unirse voluntariamente a nuestro imperio.
De este modo podemos entretenernos durante horas centrándonos en la política económica y diplomática de nuestro imperio, ejerciendo presión industrial sobre nuestros vecinos o sobre los bárbaros incivilizados. También podemos escoger el camino sangriento, lo cual puede resultar problemático pues las guerras en este juego son muy cruentas - además de enormemente divertidas -.

Es aquí donde radica uno de los puntos fuertes de este título. No he jugado en mi vida a un juego de estrategia que consiga, ni de lejos, reflejar el impacto de la guerra en la economía y la sociedad con el mismo realismo que Seven Kingdoms. Un conflicto armado será, para nuestro imperio, una verdadera debacle. El hastío bélico tiene una presencia real y práctica, no es testimonial como ocurre en Civilization. Los ciudadanos verán disminuida su lealtad y se rebelarán, dependiendo ello de muchos factores: que el pueblo al que atacamos sea de su misma raza, que el enemigo goce de buena reputación, que la economía vaya mal... Algo que, por otro lado, es fácil en las contiendas de Seven Kingdoms. Comprobaremos cóomo nuestras finanzas se tambalean por los gastos de campaña, la destrucción de nuestras factorías o la continua y necesaria fabricación de armamento. Las matanzas perpetradas por nuestros hombres repercutirán en nuestra imagen pública, lo cual afectará a la paz de nuestras ciudades.

Durante cualquier enfrentamiento veremos el estado totalmente empantanado, incapaz de avanzar, a menos que nuestra superioridad sea escandalosa. Una vez concluido el conflicto, nos costará sudor y lágrimas restaurar el esplendor perdido. Hay que reconstruir fuertes y llenarlos de tropas - si es que las masacres no nos han desprovisto de aldeanos - restablecer lazos comerciales, rehabilitar las aldeas y
rutas mercantiles. En definitiva, una traducción de la guerra al videojuego sumamente realista, política, económica y socialmente, enormemente instructiva. Aprenderemos en la experiencia de juego cómo la violencia afecta de forma dramática al desarrollo humano de cualquier país, cómo puede la rivalidad militar paralizar una nación entera.

Como fallo cabría destacar una mala optimización técnica. No serán raros algunos bugs bastante molestos, que podrán bloquear nuestro ordenador y obligarnos a reiniciar. Varios elementos del juego también están, a mi juicio, mal pensados. Seven Kingdoms nos ofrece un sistema de espionaje, según el cual podemos entrenar unidades a tal efecto y enviarlas a las aldeas enemigas para que nos informen o realicen labores de sabotaje. No obstante, su utilidad en el cuadro general de la partida es, normalmente, casi nula. Esto provoca que nosotros casi no los utilicemos; no así la máquina. Ella, en cambio, nos los enviará constantemente, y aunque pueden ponernos en algún aprieto - capturando, por ejemplo, nuestros fuertes - su papel se reducirá al de incordiarnos, pues la interfaz nos avisa constantemente de que "un ciudadano extranjero se ha unido a ti", obligándonos a estar continuamente pendientes de eliminarlos.
Los errores de juego están, fundamentalmente, en la falta de automatización. Cuando desarrollamos el árbol de tecnologías, por ejemplo, no podemos hacer que se produzca de forma insantánea el siguiente avance; deberemos reactivar nuestros laboratorios, uno por uno, de forma manual cada vez que concluyan una investigación. Lo mismo ocurre con nuestras ciudades. Cuando éstas alcancen los sesenta habitantes no crecerán más, y deberemos fundar nuevos núcleos de forma artesanal para que pueda generarse más población. Algo tan sencillo como aumentar el límite poblacional a doscientos, por ejemplo, habría solventado parte del problema.

Son estos, sin embargo, errores sin demasiada importancia que en nada desmerecen la experiencia de juego. La limpieza y efectividad de su planteamiento hacen que la partida sea totalmente dinámica. Es destacable el hecho de que no haya que construir infinidad de edificios para cada unidad, ni reunir estos recursos y los otros para su producción. Disponiendo únicamente de oro podremos fabricar un poderoso ejército. Sólo nos serán necesarias unas sencillas fortificaciones para entrenar soldados, y una factoría para construir armamento. Armamento el cual, por cierto, es de lo más vistoso; una auténtica gozada verlo en acción.

Las batallas son, por su parte, muy divertidas. La animación de combate, salvando las carencias de la época, es muy rápida y potente; y la sencillez con que se consiguen tropas hará que tanto nosotros como nuestros adversarios lleguemos a tener ejércitos numerosísimos. Esto hará que disfrutemos como enanos viendo descomunales extensiones llenas de guerreros combatiendo a muerte, sin descanso.

Es también un punto a favor la variedad de razas. En el aspecto técnico su diversidad es prácticamente nula: no disponen de edificios ni unidades únicas, ni héroes. La unidad estándar es una por cada raza, que será igual independientemente de que el personaje represente a un soldado, un científico o un minero. Pero advirtiendo al año en que se publicó el juego, es agradable disfrutar de varios pueblos distintos entre sí. Variará el aspecto de sus ciudades, además de contar cada tribu con algunas características especiales de combate; mientras unos son mejores en cuerpo a cuerpo, otros son capaces de lanzar flechas incendiarias.

Todas las razas disponen, además, de una divinidad propia. Construyendo un templo seremos capaces de invocarla, y controlar sus poderes sobrenaturales. No obstante, estas criaturas, salvo por lo llamativo de su diseño, serán poco útiles a la hora de la verdad. No obstante, el camino necesario para su consecución es otro aliciente al entretenimiento: la destrucción de los Fryhtan. Los Fryhtan son unos seres monstruosos que viven en guaridas, y que deberemos enfrentar para conseguir oro, puntuación y un pergamino neceario si deseamos construir un templo. Esto último, al fin, será accesorio: pero es adictivo combatir a los Fryhtan. Hay que destacar también el hecho de que estos monstruos estén divididos en siete razas, totalmente diferentes entre sí; todas ellas de gran belleza y originalidad.

Las razas de las que dispondremos serán también siete, debiéndose a ello el título del juego, si bien algunas teorías sugieren que puede aludir a los Siete Reinos de China. En la expansión de 1998 Ancient Adversaries, de la que habla este artículo, dispondremos de tres razas adicionales. Antes de iniciar una partida se nos ofrecerá la opción de escoger entre ellas, entre otras funcionalidades. La más destacable es la que nos permite prescindir de la molesta niebla de guerra, algo imposible en la mayoría de los títulos de aquella época.

En el aspecto gráfico el juego es igualmente maravilloso. Los escenarios son de gran colorido, alegres, sencillos y bien acabados. Las figuras, por su parte, resultan simpáticas, si bien es algo pobre la animación. Estéticamente austero, de formas acogedoras. Visualmente el juego es de un clasicismo incontestable, bebiendo directamente de la simplicidad y amabilidad de los 16 bits. La música nos retrotrae también a tiempos pasados, siendo agradable como sonido ambiental y enmarcando a la perfección la humildad gráfica del juego.

Seven Kingdoms es, en definitiva, una pequeña joya. Sobresaliente en el aspecto estratégico, efectivo en el visual y táctico. Falla tal vez la inteligencia artificial, muy precaria. Ocurre a veces que reinos de una inferioridad militar abismal nos declaran la guerra, mientras las alianzas y pactos de amistad son más bien simbólicos, pues la máquina actúa arbitrariamente. No obstante, la guerra nos obligará a enfrascarnos con la complejidad de la economía, la producción industrial y el control de la paz social. Casi consiguió, con las carencias inevitables de su momento, trasladar la complicada estrategia de Civilization al tiempo real de Age of Empires.

Una vez más se hace notable la, aún, poca cultura artística del sector del videojuego en cuanto a crítica y público. Si bien la prensa tuvo una buena opinión del título, lo dejó apartado como una curiosidad entretenida y bonita. Seven Kingdoms, sin embargo, es mucho más que eso. Abrió la puerta a un género en el que la estrategia y la diplomacia fueran fundamentales, poniéndola por delante de la construcción de tropas y edificios y la ya tan manida explotación de madera, pescado, oro, piedra... y tan largo etcétera. Un género del que este título es la primera línea escrita, y que por el escaso interés de los usuarios nadie ha terminado de investigar. Tan sólo tuvo Seven Kingdoms una secuela de críticas poco favorables. El olvido en que se encuentra nos impide, además, disfrutar su divertido multijugador

El impacto de la guerra, la importancia de la economía, los juegos diplomáticos. Todo ello encuadrado en un aspecto sencillo, limpio, agradable. Una experiencia dinámica y audaz, altamente adictiva, que coloca, en mi humilde opinión, a Trevor Chan en un lugar destacado de la estrategia en tiempo real.

imagen: Gametap, Cine&Videojuegos


4 comentarios:

AlbertoP dijo...

Buena crítica, digna de una joya de tantas joyas de antaño. Se agradece bastante este viaje al pasado en el que se valoraba mas la creatividad y jugabilidad que los gráficos. Mas aún si, como dices, el juego nos enseña de manera tan eficiente las vicisitudes de la prosperidad y la guerra de una civilización.

Saludos.

Anónimo dijo...

yo tengo el vista y me iva de 1 jugador y aora no se que pasa que se me pone como que no puedo cojer un jugador me podeis ayudar

Anónimo dijo...

Muy buena critica...!!! Me encanta este juego. Siempre se me complico cuando me voy quedando si comida... Pero esta muy bueno

Anónimo dijo...

Para jugar a 7k --> www.7konline.com :)

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