12.6.09

Warhammer 40000: Dawn of War II

La publicación en febrero de Warhammer 40000: Dawn of War II, título de Relic que continúa el legado de su premiada franquicia basada en el conocido juego de estrategia de tablero, constituyó, desgraciadamente, una mala noticia.

Me explicaré. El lanzamiento del juego que iniciaría la saga (Warhammer 40000: Dawn of War, 2004) supuso toda una explosión de innovaciones jugables y también artísticas, pues no sólo se trataba del primer videojuego que lograba retratar con talento y fidelidad el espíritu y la estética del juego de Games Workshop, sino que además fue capaz de romper una de las grandes barreras que venía arrastrando el género de la estrategia en tiempo real desde su último gran salto hacia delante con Starcraft, esto es, el componente estratégico.

Mediante un sencillo pero ingenioso sistema de puntos clave repartidos por cada mapa, y que las tropas del jugador debían tomar y asegurar, era posible prescindir de los clásicos recursos repartidos por ciertos lugares del escenario, y con ellos de los aún más clásicos "aldeanos", o cosechadores de recursos, tedioso elemento imprescindible en todo juego del género desde tiempos de Age of Empires; además, este sistema permitía restar atención al "campamento base" y sumársela al ejército o ejércitos, allí donde se encontraran. Todo ello, unido a un sistema de organización de ejércitos por escuadras personalizables y cuyos efectivos podían reponerse en medio del fragor de la batalla, y la presentación de uno de los conjuntos de razas más equilibrado, variado y definido visto nunca en un juego de estrategia en tiempo real, hicieron posibles las batallas más largas, emocionantes y vistosas que yo recuerdo haber visto en este género.

¿Por qué les cuento todo esto? Para intentar ponerles en situación sobre la decepción que, sostengo, a supuesto su segunda parte. Nunca he sido amigo de calcar una fórmula exitosa hasta el mínimo detalle una y otra vez, sin aportar nada nuevo; pero mucho menos lo soy de castrarla, simplificarla hasta volverla casi esquemática y venderla como si fuera mejor que la anterior. Y esto, ni más ni menos, es lo que es Dawn of War II. Ya no habrá grandes ejércitos ni planes de acción que trazar. Ahora sólo llevaremos cuatro escuadras de hasta cuatro hombres como mucho, y las dirigiremos por mapas pequeños, lineales y repetitivos. Una historia absolutamente convencional -donde caben todos los clichés de Warhammer 40000 que un aficionado como yo pueda recordar, y que ofenderán la inteligencia de los fans y de los que nunca han oído hablar de la franquicia- servirá como marco para pasearlos por tres mundos distintos, tres planetas distintos, y que sólo darán para tres entornos distintos (desértico, selvático y urbano).

Creo que no merece la pena ni esbozarles a ustedes el argumento porque roza el ridículo. Está conducido por personajes arquetípicos sin la menor personalidad, ni la menor señal de esfuerzo por profundizar en ella; todos ellos Cuervos Sangrientos, capítulo sin pasado y sin héroes y que a este paso jamás los va a tener, pues Relic se ha adueñado de ellos y les está haciendo flaco favor a la hora de consolidar un buen trasfondo. En todo momento se nos dirá qué hacer, cómo hacerlo, en qué dirección ir e incluso los posibles atajos para llegar antes y con menos dificultades. Y lo peor de todo es que, para colmo, los autores pretenden explicar este paso atrás haciendo que las escuadras suban de nivel, encuentren nuevas armas, armaduras y equipamiento y puedan modificar todo ello entre misión y misión, influyendo esto en su daño base, puntos de impacto, velocidad, etc. ¿A qué me suena a mí eso? A World of Warcraft, pero aún más superficial y cutre, por lo que tiene de incoherente.

Pero aún hay más. La campaña es corta, absurda y repetitiva, pudiendo prolongarse sólo si uno lo desea haciendo hasta 38 misiones opcionales, que en la práctica se reducen a dos: defienda este objetivo, mate a este objetivo. Para colmo todas se desarrollan en unos cuantos mapas correspondientes a provincias de los tres planetas en que se desarrolla la historia, con lo cual en cuanto hayamos hecho ocho o diez de estas misiones estaremos aburridos de ver siempre los mismos escenarios, sabremos por dónde va a atacar nuestro enemigo, por qué orden y con qué unidades cada vez si es de defensa (esto es literal), y por dónde atacar nosotros y cómo si es de ataque. Aunque esto no arruinará mucho la inexistente sorpresa estratégica, pues a la media hora de juego comprenderemos que da igual cómo ataquemos, con qué escuadras y si lo hacemos frontalmente o por la retaguardia del enemigo, ya que nosotros siempre tenemos una ventaja abismal. Despues de todo, somos Marines Espaciales, o eso debieron pensar en Relic.

La campaña sólo incluye a los Marines Espaciales, por añadidura, y relega la faceta jugable de las otras tres razas del juego (Orkos, Tiránidos y Eldar) al modo multijugador, que por sí mismo representa otra joya del título. Siendo como era el pilar sustentante del factor de diversión, estrategia y rejugabilidad de la primera parte, ahora se ha convertido en algo aburrido y abrumadoramente lento, un malísimo trago. No hay acción, no engancha y en definitiva no divierte, ni siquiera la primera vez que se juega. Y lo peor es que es un experimento fallido, fruto del miedo por que pudiera salir un engendro al haber eliminado las bases y los puntos estratégicos, han creado un experimento peor. Controlaremos una única estructura y un héroe a elegir entre tres, a saber, ofensivo, defensivo o equilibrado (cuya diferencia es anecdótica), y deberemos ir paseando al lentísimo héroe por el pequeñísimo mapa, para tomar una especie de pseudopuntos estratégicos que nos darán los dos recursos básicos del primer Dawn of War -requisas y energía- con los que crear un irrisorio ejército -del cual valen la pena dos unidades, las más grandes y caras de cada raza- para o bien destruir la base enemiga, o bien tomar y conservar cierto número de pseudopuntos estratégicos. El mapa es pequeño, artificial y carente de parapetos, terreno dificil o infranqueable o, en definitiva, cualquier elemento que lo diferenciara algo de una planicie yerma por la que avanzar en línea recta hasta el enemigo. Y, por si esto fuera poco, hay sólo cinco mapas a elegir, y todos muy similares.

Y ahora, para terminar, diré todas las verdades que ustedes deben saber respecto a este juego. Su apartado técnico es portentoso, está lleno de vistosos efectos de luz y de partículas, incluyendo un efecto de fuego excepcional, tan difícil siempre de recrear. Los modelados de los personajes son auténticos clones de las figuras realizadas por los expertos escultores y pintores de oficiales de Games Workshop, llegando a parecer casi cinceladas, sobre todo en la pantalla de selección de equipo, donde disfrutaremos plenamente de su detalle.

Es divertido, sí, hasta cierto punto. No sé como podría resultar de divertido para un amante de la buena estrategia militar en tiempo real y que no sea aficionado a Warhammer 40000, y no lo juegue movido por la ilusión de emular sus partidas de mesa con el aliciente del despliegue gráfico y los silbidos de las bombas y las balas -que forman parte de un apartado sonoro de gran calidad-. Yo mismo, que me confieso fan, empezaba a aburrirme cuando lo estaba terminando, aunque quizá fuera porque alargué cuanto pude la campaña jugando todas las misiones opcionales, llegando a ocuparme una semana de juego, lo cual no dice mucho a favor de su duración.

Y hasta aquí llegan sus escasas virtudes. Veamos sus defectos. He comentado que gráficamente el juego está muy logrado. Pues bien, veamos el lado oscuro de esto; los gráficos a mayor resolución y los efectos más sofisticados sólo están disponibles si se juega en Windows Vista, independientemente de la tarjeta gráfica que tengamos. ¿Cómo puede permitirse esto? Se trata, sin duda, de una herramienta de control de la compañía para promocionar, a través de sus empresas asociadas, la venta y difusión de su último sistema operativo. Una maniobra que sólo puede calificarse de fétida y rastrera.

Una historia pésima, predecible, tópica, aburrida y sin sorpresas, a lo que hay que añadir que se parece peligrosamente a la de su primera parte, si sustituimos un par de elementos, correspondientes a la raza que, injustificadamente, se ha eliminado en esta entrega (el Caos). Una campaña totalmente dirigida, que no deja lugar a la iniciativa por parte del jugador, donde todo se le da masticado y digerido, como quien dice, donde el que ha visto dos misiones las ha visto todas, y que encima es corta. Las unidades son pocas, lentas y toscas en combate, no respondiendo a nuestras órdenes como cabría esperar, y a veces se quedan atascadas incluso sin haber obstáculo alguno.

Se pretende engañar al jugador, haciéndole creer que este retroceso hacia una inmadurez jugable ha sido en realidad a mejor, con las subidas de nivel y las modificaciones en el equipamiento de las escuadras, lo que busca crear una falsa sensación de participación y control por parte del jugador, algo absolutamente falso. Un modo multijugador vergonzoso, muchas menos razas que las nueve que concluyó la última expansión de su antecesor y la guinda final, el sistema Games for Windows Live y Steam, dos herramientas publicitarias de instalación obligatoria en nuestro ordenador, y que abrirán la puerta a más y más publicidad, y a más y más servicios intrusivos, con la excusa de poder jugar la campaña en modo cooperativo y hacer compulsivamente los mil puntos de logros, la triste manera de intentar que tardemos más en aburrirnos del juego. A lo que hay que añadir que cualquier jugador que no posea conexión a internet no podrá jugar, lo cual es, simple y llanamente, deleznable.

Aparte de todo esto, debo añadir, muy a mi pesar, que de nuevo el doblaje a nuestro idioma ha resultado un completo fiasco, hecho deprisa y corriendo y sin el menor cuidado. Aunque realizado por profesionales del oficio, como siempre eso no garantiza la calidad y veremos voces planas, sobreactuadas, con un registro constante de tensión y enfado incluso en actitudes jocosas y que además adolece de algunos errores imperdonables de la propia traducción y que no han sido corregidos en postproducción. Un ejemplo que juzgué particularmente grave: cuando aparecen miembros de un ejército bien conocido en el universo de Warhammer 40000, la Guardia Imperial, un personaje exclama "¡más soldados de la guarida!" Lo que sólo puede deberse a un simple error tipográfico en la traducción, el cual no ha habido voluntad de subsanar. Es triste llegar a desear que un juego salga en su lengua original con tal de poder disfrutar de un doblaje decente, pero en nuestro país es lo que nos toca, al menos casi siempre.

Esta vergonzante actuación por parte de Relic no tiene excusa posible, y la búsqueda incesante por su parte de una explicación para el cambio, incluso ya un año antes de ver el título publicado, no hizo sino evidenciar sus miedos por la respuesta del público más exigente que les seguía, y que ha quedado profundamente defraudado. Todo lo que he leído en serviles análisis de la así llamada "prensa especializada" no son más que bonitas palabras, una forma de enmascarar la verdad, por un miedo absurdo a decepcionar a un público conformista que tiene su copia del juego reservada un año antes de que salga a la venta, como si fueran ellos los responsables del anunciado fracaso de las compañías al desoír los deseos de su público más riguroso. Ni evolución en el género, ni "Relic lo ha vuelto a hacer", ni historia más fresca y dinámica, ni "ahora todo tendrá lugar en torno a nuestras tropas", ni zarandajas. Todas las supuestas nuevas ideas, toda la parafernalia pensada para personalizar nuestras tropas, hacernos partícipes del argumento, controlar cada aspecto del juego, todo es una enorme y poco discreta mentira. Todo lo bueno de la primera entrega se ha perdido en el proceso de desarrollo, lo que catapultará, espero, este proyecto al olvido que merece y deja la puerta abierta para que algún equipo serio tome el relevo de la auténtica estrategia militar, simple y directa, de la que tan pocos títulos de calidad hay en el mercado.

imagen: cinevideojuegos

4 comentarios:

AlbertoP dijo...

A veces llego a pensar, Apolo, que ciertas compañías de videojuegos se rien de nosotros con desastres como el que comentas con Dawn of War II.
Poco que añadir tengo a la estupenda crítica del juego, simplemente que no podría estar mas de acuerdo. Solo nos queda esperar a que algún aficionado, a base de los llamados "mods", mejore lo que un estudio con presupuesto meteórico no ha sabido mas que destrozar.

Mochuelo dijo...

Tan sólo jugué un poco a la entrega anterior del juego, pero fue suficiente para que algo me llamase la atención. Era lo espectacular de las batallas, con multitud de unidades de diversos tipos y un gran componente estratégico. Como veo ahora eso ha sido eliminado, para adaptar el juego a una fórmula del tipo "Age of Empires", en la que vemos a un grupito de tíos y nos tenemos que creer que es un gran ejército. Una pena que hayan repudiado una fórmula vanguardista para adaptarla a otra obsoleta.
Lo de Steam merece mención aparte. Da igual la cantidad desorbitada que hayas pagado por el juego, si no tienes internet olvídate de jugar. Cosas como esta, fruto de la paranoia "antipiratería", lo único que logran es castigar al que se compra el juego original. Pondré un ejemplo que me parece significativo, cuando salió el Empire Total War el servidor de Steam para éste juego se colapsó por que intentaron jugar más usuarios de los que ellos previeron, de modo que la gente que se había comprado el juego tuvo que esperar varios días, hasta que esta situación se solucionó, para poder jugar. Sin embargo aquellos que tenían la versión “pirata” al estar crackeada y no necesitar Steam pudieron jugar desde el primer día.
Apolo, has hecho un buen comentario sobre el juego y has dicho lo que en la prensa especializada les da miedo decir, una buena labor, sigue así.

Backward Compatibility Dave dijo...

Amigo Guibrush, yo no sólo lo creo sino que además estoy convencido de que así es. Mira si no las implicaciones de tu comentario sobre los "modders", o lo que es lo mismo, ampliadores de contenido vivientes, y que trabajan gratuitamente. Un juego puede salir al mercado con una campaña breve y poco trabajada, y con un multijugador que sólo incluye seis niveles, teniendo la certeza de que el propio público que ya ha pagado por el juego también va a contribuir a mantener su vigencia comercial, ahorrando ese trabajo a los equipos de desarrollo y postproducción.

Impactante sin duda el ejemplo que citas, Mochuelo, totalmente ilustrativo sobre el vergonzoso modus operandi que están adoptando las grandes compañías de la industria; mismo precio para quien adquiere el juego via internet o en soporte óptico, publicidad invasiva una vez que ya lo hemos adquirido, y mejores prestaciones, casi siempre, para quien lo piratea que para quien lo adquiere lícitamente. Creo que llevamos años pidiendo buenas cajas, buenos libros de instrucciones y algo de contenido adicional exclusivo (además, claro está, de un precio algo menos abusivo). En vez de eso, la aparición de herramientas como Steam o Games for Windows Live no hace sino acentuar la sensación de que no sólo no piensan atender a esas exigencias, sino que van a implementar "mejoras" aún más humillantes e injustas para el cliente.

Así, desde luego, no vamos bien.

Alex dijo...

Por suerte recibieron el castigo que merecian, lastima que esten involucrados en Dawn of War III. Espeeo que por lo menos hayan aprendido

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