12.11.08

Noches de tormenta

El cine romántico puede pecar de predecible o manido, lo reconozco, pero yo me confieso ferviente seguidor del género porque, sinceramente, de vez en cuando me apetece ir al cine sin más pretensiones que las de pasar un rato distendido, disfrutando de una bella historia y un puñado de buenos sentimientos. Normalmente voy con una idea preconcebida basada en la experiencia y lo que sé de la película en cuestión, y por lo general es bastante aproximada. Si el filme me ofrece lo que espero de él, me doy por satisfecho y salgo de la sala con la sensación de que me voy con lo que había venido a buscar. Si no me lo ofrece, suelo quedar bastante decepcionado. Pero si, además de no ofrecérmelo, me encuentro con una película tan burda, infantil y mal construida como lo es Noches de Tormenta, entonces es cuando me siento engañado.
Acudí al cine con gran ilusión al saber que la película estaba basada en una novela de Nicholas Sparks, autor de El cuaderno de Noah, obra que inspiró la magnífica El diario de Noah de Nick Cassavetes; pero parece ser que George C. Wolfe, director de telefilmes, no ha sabido plasmar con el mismo talento el estilo de Sparks, o será quizá que Cassavetes lo hizo demasiado bien. Independientemente, nos encontramos ante una película sin pies ni cabeza, donde los personajes actúan sin sentido ni coherencia algunos, y cuyo desarrollo es pesado, torpe y aburrido.
Richard Gere da vida al Dr. Paul Flanner, quien visita un bello hotel costero con el objeto de hablar con una persona. Allí le atenderá una amiga de la dueña -pues esta ha tenido que ausentarse-, interpretada por Diane Lane, y ambos serán los únicos en la casa pues es temporada baja y con predicciones de mal tiempo. La introducción no sólo parece sosa sino que lo es, y el argumento no dará más de sí. Asistiremos a unas interpretaciones apenas correctas, un Gere que parece actuar con pesadumbre y prisa por rematar la faena, y una Diane Lane cuyas lágrimas ingentes son imposibles de creer. En un minuto un huracán estará amenazando a los protagonistas con lanzarlos por los aires, y al minuto siguiente se desencadenará una escena de "sexo", si es que se puede llamar así, en mitad de la tormenta del siglo. Por no enseñar, Richard Gere no enseña ni los pectorales, y la mojigatería con la que son tratadas las escasas secuencias íntimas las relegarán a sábanas cuidadosamente colocadas sobre los pechos, y una penumbra ridícula que sólo ensombrece el interés por las mismas.
Estos dos actores, el núcleo duro del filme -pues sus escenas constituyen casi todo el metraje-, van actuando como autómatas, a los que se les va ordenando sin orden ni concierto que actúen de cual o tal forma, sin la menor personalidad. La trama apenas indaga en sus vidas, ni se esfuerza lo más mínimo en dotarles de tridimensionalidad. Pasan por la película sin dejar huella alguna, ni en la misma ni en el espectador.
Aparte de todo lo anterior, falta mencionar la plaga de tópicos irritantes y vergonzosos de la que hace gala este trabajo, algunos de los cuales ya estaban más que superados incluso por directores noveles, y que sólo emocionarán a adolescentes petardos y ancianas seniles. Particularmente hay uno, el que pone la guinda a la película, que al verlo uno siente algo parecido a que le defequen en la boca. Es prácticamente comedia, les animo a verlo aunque sólo sea por descubrir hasta que punto se puede poner a actores veteranos en las situaciones más embarazosas y forzadas. Pero no quiero deshacerme en tanto insulto rabioso y olvidarme de lo único bueno de esta experiencia; la breve pero bella interpretación de Scott Glenn, actor siempre genial, que aporta la nota de buen gusto que, de faltar, condenaría al público a regurgitar la cena inevitablemente.
La verdad, no esperaba que podría llegar a ver a Richarg Gere en una película tan pésima, chapucera y mal ejecutada, ni que podría resultarme tan desagradable el género romántico. Una película tan difícil de ver sin acordarse de la familia del director, como fácil de olvidar. Sólo comentarles que recuerdo con más intensidad el momento en que una pareja se quedó dormida (casi al principio) y roncando a pierna suelta, y en el que nadie en la sala pudo contener la risa -ni el alivio que todos dejamos ver, al sacarnos un segundo de aquella tortura- que todo lo demás. Posiblemente una de las peores propuestas del año.


imagen: cineando

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es impresionante el dominio que estás cogiendo con el género señor Apolo. Hace poquito que empezaste pero ya se te ve muy sueltocon los comentarios de películas. Además has conseguido que el comentario sea más divertido que la película comentada.

Backward Compatibility Dave dijo...

Muchas gracias amigo mochuelo. Espero que continúes siguiéndonos y que ello te resulte siempre gratificante.
Un abrazo.

Justo PS dijo...

Doy la bienvenida a este blog que espero seguir durante mucho tiempo

Backward Compatibility Dave dijo...

Muchas gracias por tu visita y bienvenida Justo, considera este sitio tu casa y visítanos siempre que lo desees.
Un abrazo.

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