18.10.08

El niño con el pijama de rayas


Hace pocos días acudí al cine a ver El niño con el pijama de rayas (The boy in striped pyjamas), la nueva producción de Disney a cargo del director británico Mark Herman.
Desde el primer momento recibí la película sin ningún entusiasmo, casi con aburrimiento, a saber: porque no soy muy amigo de las adaptaciones oportunistas de best-sellers - en este caso, el libro homónimo del escritor John Boyne -; y porque me considero saturado de filmografía sobre el Holocausto, tema del que parece imposible presentar una nueva visión. Pero no lo es.
Así me lo ha demostrado esta película, la cual me ha sobrecogido y sorprendido gratamente a causa de diversas características que, a mi juicio, la diferencian de otras obras del género.
En primer lugar, destaca de El niño con el pijama de rayas que es una película narrada desde un punto de vista íntegramente alemán. No aparece ni rastro de los norteamericanos, ni como libertadores ni representando ningún otro papel, salvo algunas vagas alusiones a la guerra. En segundo lugar, los judíos no se presentan como núcleo de la historia, sino que se examina su cuestión desde fuera.
La mirada de un niño alemán, hijo de un oficial nazi destinado en un campo de concentración, sirve para conocer con cierta distancia y frialdad la situación de estas personas condenadas a la explotación y a la matanza. El alejamiento con que, de este modo, se observa la cuestión ayuda a remarcar la situación deshumanizada y bestializada en que se halla la comunidad; favorece el sentimiento de que a esta gente se la ha vaciado de las más rudimentarias nociones de civilización, y se allana el terreno para crear un impacto mayor a la hora de mostrar las caras más duras del abominable acto genocida. Nunca pensé que una película pudiera reflejar efectivamente semejante episodio histórico; creía que todo quedaría siempre en una obra desagradable o emotiva, lacrimógena o severa, pero desde luego este filme ha conseguido sobrecogerme y me ha permitido tomar mayor conciencia - a nivel visual y narrativo - de los hechos representados. Todo ello gracias a este nuevo tratamiento - para mí, revolucionario - en el que no sólo los judíos son observados con distancia, sino que hay un notable acercamiento a los nazis.
El niño con el pijama de rayas se desprende del soldado brutal y mastodóntico que vocifera palabras ininteligibles en un alemán con sonido orco para retratar seres humanos de carne y hueso, personas a menudo normales que se ven implicadas en una situación que les desborda, que les repugna o que tal vez les entusiasma. Se hace más desagradable y grave la historia, pero a la vez más cercana a lo real, en el momento en que podemos verla como posiblemente fuera: protagonizada por seres humanos privados violentamente de su humanidad y, del otro lado, también por seres humanos privados de su humanidad, pero con otra violencia: la del fanatismo o el terror y la impotencia. Incluso queda un hueco en este filme para representar la oposición interna al racismo en la Alemania nazi, tema casi siempre obviado por un Hollywood que demoniza al germano como autor indiscutible de la mayor masacre de la historia.
Una película original y muy bien realizada, a la que se añade el siempre estupendo trabajo del actor David Thewlis. Mi más sincera recomendación.

imagen: El País, Flixster

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