23.6.08

Love is Hell


Hace un par de meses encontré por casualidad el libro de historietas de Matt Groening El amor en el Infierno, editado en España por Astiberri Ediciones en 2006. El amor es el infierno pertenece a la serie Life in Hell, tira cómica iniciada por el autor norteamericano en 1977 y publicada por primera vez en el diario Los Angeles Reader en 1980.
Esta obra es la prueba escrita de que existe un Matt Groening brillante más allá de Los Simpson, que roza lo sublime y cuyo talento admira y asusta a partes iguales. Admira porque es de una genialidad pocas veces vista en el mundo del cómic o los dibujos animados; asusta porque sus verdades son dolorosas y, encima, verdaderas.
En El amor es el Infierno, Matt Groening analiza detallada y friamente todos y cada uno de nuestros entresijos amorosos. "Una presentación franca y directa de hechos, teorías y fantasías que satisfarán un interés maduro en el comportamiento amoroso de hombres, mujeres y, por supuesto, conejos". Así presenta Astiberri su producto, y aunque esta explicación no está falta de ironía, es un análisis más que fiable de lo que encontraremos en su interior. "El amor puede triunfar en cuentos de hadas, anuncios de la tele y ciertos tebeos ingenuos y ridículos". Declaraciones como ésta, entrelazadas todas alrededor de dibujos humorísticos de una simplicidad brillante, conforman un auténtico mosaico de teorías para las emociones humanas. Ningún recoveco del corazón queda sin explorar por la linterna conque el autor alumbra y descubre el espanto que puede llegar a ser la vida. Aunque sus viñetas no rechazan el necesario optimismo, están todas cerca de la desesperación inevitable y dejan poco hueco a la esperanza; cabe advertir al lector que una vez cerrado este tebeo surgirá una sombra pesada de abulia y le rodeará.
Matt Groening, con este volúmen, nos demostró hace casi treinta años que el cómic es un arte absoluto y que la evolución del pensamiento no terminó, como algunos pretenden, hace un siglo. Quizá aquellas personas que hoy día se entusiasman con las originales viñetas seudoinfantiles que, cargadas de gore o desolación, inundan hoy día la red, para gusto de góticos, semigóticos pijos y gente corriente, se sorprendieran al descubrir que el creador de Futurama ya las dibujó hace veinticinco años, engarzándolas con mensajes de desesperanza.
Groening forja aquí su idea, defendida durante décadas en Los Simpson y sus otras creaciones, de que el mal gana siempre, todo está perdido aun antes del comienzo, y resulta absurda la lucha cuando está claro que siempre vence la muerte. Con un racionalismo freudiano, el historietista estadounidense explica "las veintidós etapas del sufrimiento" o qué hacer cuando "me han roto el corazón en millones de pedacitos"; llega, sin quererlo, a inducirnos la idea de que el ser humano es sólo un animal que funciona según unos parámetros establecidos. Al leer cada cartela nos sentimos más y más identificados, dándonos cuenta de que nunca fuimos sino una gota más en un mar inmenso de hastío y sordidez.
Matt Groening es una de las mentes más brillantes del siglo XX, un genio de nuestra época. Tendrán que pasar cien o tal vez más años para que los intelectuales y críticos le coloquen en el lugar que merece junto a personajes como Sartre o Kant. La filosofía urbana de Groening, por desgracia, está diluida, al haberla distribuido toda a través de un medio tan confuso como son los dibujos animados y la tira cómica. Aparte de ser artes infravalorados (a pesar de sus largas décadas de experiencia) son difícilmente estudiables ante la precisión conque puede desmenuzarse un libro o una película. Sin embargo, la maestría de Matt Groening y sus mensajes sobre y contra nuestra sociedad enferma - llega el autor a atreverse, en El amor es el Infierno, a criticar abiertamente la siempre intachable nación americana y sus valores, en un alarde de valentía democrática poco corriente en su país - han calado ya en el pueblo llano, que los atesorará y alimentará sin saberlo, permitiendo que, pasado el tiempo necesario, este hombre excepcional pase a recordarse como el inmenso pensador que es. No es fácil que en una tierra donde el inmovilismo institucional y la pobreza intelectual están haciendo mella se reconozca la dimensión de un personaje de su clase. Sin embargo, este libro ayudará, sin duda, a que su legado permanezca en papel escrito, por fin también en nuestro país.

imagen: random house, ciao

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