4.3.09

Push

Fui a ver Push muy interesado por dos razones. La primera por su temática (los superhéroes nunca me han disgustado, más bien todo lo contrario) y la segunda por su cabeza de reparto, el enorme Djimon Hounsou. Aunque este aluvión de películas sobre superpoderes ha arrastrado una enorme cantidad de basura cinematográfica, quise darle una oportunidad a Push en la creencia de que Djimon Hounsou no trabajaría en una película del corte de Spiderman 3 o Los 4 fantásticos, auténticos despropósitos.

Y ciertamente Push no es un despropósito, pero está muy lejos de ser una buena película. Más bien todo lo contrario, tiene todas las papeletas para acabar siendo considerada como un fracaso estrepitoso, si bien no llega a ello; se salva de ser un insulto al espectador ávido de buenas historias de ficción, pero por poco. Veamos por qué.

La película comienza con un flashback muy convencional, mostrándonos al padre del protagonista encerrado con este en una habitación, huyendo de una especie de cuerpo de operaciones especiales en cuyas manos ambos están a punto de caer. El padre dedica unas palabras que pretenden ser solemnes al hijo, le facilita la huida y finalmente se enfrenta a la desesperada con sus perseguidores, entre quienes se encuentra Hounsou en el papel de Henry Carver, un agente de la División.
Tras este prólogo sigue la secuencia de apertura en la que una voz de niña nos relata el frágil argumento de la obra: tras el final de la Segunda Guerra Mundial, las actividades de la División de lo Paranormal de las SS de Hitler sobre ingeniería genética y potenciación de las capacidades físicas y cognitivas fueron retomados por un organismo secreto estadounidense conocido como la División. En ella se localizan, capturan y entrenan a personas de todo el mundo que nacen con poderes suprahumanos, tales como telequinesia, capacidades curativas, visión del futuro, olfato hiperdesarrollado, control de las ondas sonoras... Y será lo único que sabremos de ellos en toda la película, pues en ningún momento se le contará al espectador, ni directa ni indirectamente, cuáles son las aspiraciones u objetivos de dicha División ni, en definitiva, qué pretenden hacer con todos esos superhombres con los que cuentan.
Y finalmente veremos como una chica escapa de las instalaciones médicas de dicha corporación, ante la mirada de Carver, llevándose algo muy valioso consigo.

Y a partir de ahí, más o menos el minuto 14 de metraje, nada avanzará en la historia, no tendrá lugar ningún giro de guión y tampoco aparecerán personajes de peso, o al menos que enganchen o que tengan un mínimo de carisma.

Tampoco sabemos cómo encajan los protagonistas en la historia. Nick Gant, interpretado por Chris Evans (la Antorcha Humana en Los 4 Fantásticos, por cierto) escapó de la División cuando era niño, donde iba a recibir entrenamiento en telequinesia, o como Quinético, según la nomenclatura del film. Esta le tiene bien controlado, cosa que él sabe y no parece importarle mucho. Por su parte, Cassie Holmes (Dakota Fanning), una niña de trece años, va tras él para proponerle una aventura bastante poco creíble, la búsqueda de una maleta que ha visto en el futuro (pues ella es una Vidente). El tercer elemento de este triángulo lo componen el propio Carver y la chica huida, ambos maestros en el arte del Mentalismo, esto es, penetrar en la mente de los demás e implantar falsos recuerdos, a veces de toda una vida, para ganarse la confianza de otros o impulsarles a actuar de un modo determinado.

Digamos que podría haber existido una especie de combate entre Quinéticos, Videntes y Mentalistas, pues en el bando de la División los malos de la película cuentan con una Vidente china, competidora del personaje de Dakota Fanning por encontrar la maleta antes que ellos, y el guardaespaldas de Carver, un Quinético de gran poder interpretado por Neil Jackson, uno de esos eternos secundarios que con su atractivo y potencial podría llegar muy lejos, pero que no llega.

Yo no pedía mucho de esta película. Sabía que no iba a ser una obra que recordase el resto de mi vida, y sabía que no iba a ser una gran obra de ciencia ficción. Pero al menos pedía ver una película de acción decente. En vez de eso, me encontré con una triste y aburrida parodia de X-Men, sin la profundidad filosófica y social de esta -cosa con la que contaba-, pero también sin ni una de sus magníficas secuencias de acción. Si ni denuncia, ni propone dilemas éticos ni de ningún tipo, y encima aburre, ya me dirán ustedes qué se le puede sacar a esta película.
Si a usted no le gusta Djimon Hounsou ni Dakota Fanning, ni el cine de acción, ni el de superhéroes, ni el de corte fantástico en general, temo que absolutamente nada.
Si por el contrario le gusta algo de lo que he nombrado, como es el caso del que escribe, entonces quizá pueda extraerle algo constructivo y por lo menos disfrutarla un poquito, aunque poniendo mucho de su parte.

Apuntaba maneras, y el argumento era más que adecuado para haber moldeado una gran historia de acción sin muchas pretensiones, si hubiera habido algún combate bien construido entre superhombres -aparte del amago protagonizado por los dos Quinéticos del filme-, o la historia hubiera tenido alguna consistencia, o se hubiera notado esfuerzo por contarla, al menos, de forma ordenada y correcta.
Fue atrevido por parte del guionista David Bourla mostrar las lágrimas de Dakota Fanning temiendo su propia muerte, o intentar crear un final con sorpresa formado por retazos de guión al estilo Memento -desaprovechando, eso sí, el potencial que tiene sumergir al espectador en un mundo de recuerdos cambiantes y pérdidas repentinas de memoria-; pero si él fue el responsable de mostrar constantemente las delgadas piernas de esta joven actriz vestida de prostituta del Retiro sin venir a cuento, o de que nos creyésemos un romance absurdo entre el personaje de Evans y la insulsa Camilla Belle, creo que no le hizo ningún favor a la película. Sobre todo teniendo en cuenta que estamos ante una película rodada por y para adultos, y no para adolescentes. Creo que Paul McGuigan debería dejar de contar con él para futuros proyectos.

Esperaba más del director de El caso Slevin, la verdad. Una chapuza.

imagen: aceshowbiz, estrenoblog, shokya

1 comentario:

AlbertoP dijo...

Totalmete de acuerdo con la crítica Apolo. De nuevo hemos asistido al típico espectáculo de una gran idea pero totalmente desaprovechada.

Me gustaría hacer mención especial al papel del gran Djimon Hounsou, el cual vuelca todo su saber hacer como actor en el personaje pero que por culpa de no se quien se termina convirtiendo en un personaje bastante insulso del que no sentir mas que rabia por lo que se podría haber hecho con él. Espero que algún otro director se de cuenta del potencial de este gran actor para encarnar personajes malvados y nos vuelva a regalar otra de sus grandes interpretaciones.

Saludos.

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