5.11.09

Políticamente correcto: un futuro diferente [demo]


Hace unos meses cerraba por tiempo indefinido Videojuegos y Sociedad, uno de los referentes actuales sobre el impacto del videojuego en nuestra cultura; pero su autor, Daniel Jiménez, se despidió con la presentación de una demo sobre su próximo proyecto: Políticamente correcto: un mundo diferente.

Políticamente correcto es un RPG estéticamente basado en los grandes títulos de 16 bits. Consta de un sencillo argumento que nos pondrá en la piel de Manuel, un profesor universitario al que el propio autor describe como "feminista, marxista, ecologista, anti-racista, pro-gay, vegetariano, pacifista, amante de los documentales de La 2 y campeón de lo políticamente correcto en general", obsesionado con eliminar la violencia de todas las formas de entretenimiento. Sus problemas empezarán cuando se vea transportado, de forma inesperada, a un mundo futurista en el que la civilización humana, basada por completo en la ética políticamente correcta, es incapaz de afrontar la amenaza de una invasión extraterrestre.

Con tan sobrio planteamiento, Jiménez nos ofrece un juego que, sin grandes alardes gráficos ni técnicos, sorprende de entrada por el complejo contenido social sobre el que se sostiene la trama. Esto se hace visible a partir de Manuel, el protagonista, todo un estereotipo de la progresía más edulcorada que, a modo de esperpento, sirve para explorar y criticar sin tapujos los tópicos más arraigados de las actuales convenciones culturales.

A través de Manuel, el autor analiza problemas candentes y enfoca el modo en que nuestra sociedad está intentando solucionarlos; en este caso, desde la corrección más absoluta e inofensiva. Se enlaza así con un conflicto directamente relacionado con el medio: el de la concepción de los videojuegos como amenaza para la juventud y, más concretamente, como chivo expiatorio de la responsabilidad de los poderosos.

No es habitual encontrar, en el
actual mercado, un videojuego con un trasfondo como el que aventura Políticamente correcto en su demo. A lo largo y ancho del escenario, podremos entablar conversación con numerosos personajes que nos expondrán su postura sobre problemáticas de nuestro tiempo: racismo, dogmatismo político, homosexualidad, educación o inserción laboral. Incluso disfrutaremos de una divertida y delirante escena en la que se criticará, de forma descarada, el farragoso entramado burocrático al que cualquier ciudadano medio se ve sometido a la hora de hacer cualquier gestión por insignificante que sea.

Hoy en día, el arte debe dar explicaciones, invariablemente, sobre sus intenciones y motivaciones. Hemos asistido a un proceso por el cual se hace responsables a los autores de las ideas y comportamientos de sus personajes, obligándolos así a pulir, cada vez más, las creaciones hasta un punto en el que se convertirán en algo completamente inocuo e inofensivo, sin ningún impacto en la sociedad.
Daniel Jiménez presenta un título en el que, a diferencia de la tónica dominante, diálogos y situaciones no están medidos al milímetro para evitar cualquier tipo de molestia que pudieran ocasionar. Se ofrecen sin tapujos todo tipo de planteamientos: jóvenes que defienden la ideología marxista por pura estética; inmigrantes enfrentados entre sí por cuestiones económicas y de delincuencia; estudiantes desengañados con el sistema educativo por su pésima organización y aún peor oferta de acceso al mercado laboral... y, sobre todo, personas enfrentadas a los videojuegos como al gran enemigo del bienestar, el desarrollo y el progreso.

El hecho de que Manuel, nuestro personaje, sea profesor universitario no es casual. Es vital en el argumento la presencia de todo tipo de controversias sociales y el modo en que se está utilizando al videojuego como gran Satán responsable de ellas. El acento se pone en el hecho de que el sector que debiera dedicar esfuerzos y trabajo a la solución de estos conflictos se dedique, de hecho, a atacar al entretenimiento electrónico. Según el propio Jiménez, Políticamente correcto "se trata de una crítica hacia los excesos de la corrección política en general y a su vertiente idealista universitaria en particular, ya que constituye la vanguardia del movimiento" que, en estos momentos, está empleado en demonizar el medio.La obra expone una gran cantidad de problemáticas y las presenta desde el punto de vista de la corrección política. Según el autor, la crítica "se basa principalmente en la creación de narrativas artificiales donde se sitúa a determinados actores (los buenos y los malos) y con las que se pretende explicar todo. (...) Lo que ocurre con estas narrativas es que muchas veces sólo sirven para que los académicos se congratulen de lo anti-racistas o anti-capitalistas que son, pero no se muestran realmente muy eficaces para explicar por qué ciertos problemas ocurren y cómo solucionarlos. De hecho, en ocasiones estas narrativas pueden hacer mucho daño a los grupos que intentan proteger".

Esto queda patente en Políticamente correcto, donde los conflictos reales y el modo en que afectan a la gente quedan en comparación con la versión simplista, idealista y maniquea procedente, en este caso, del mundo intelectual. Esto enlaza directamente con la aparición del futuro distópico que servirá de nudo al argumento del juego, donde Jiménez plantea la idea de que el camino seguido por los agentes sociales ha sido el equivocado, avocando a la humanidad a un destino desastroso.

La versión del juego actualmente disponible es una demo de unos veinte minutos de duración; si bien queda un tiempo para que podamos disfrutar del título completo, ya puede apreciarse una gran carga política y social. Algo poco corriente en un medio, por desgracia, anclado en el entretenimiento fácil y rápido, centrado más en los grandes avances técnicos y visuales que en dotar a sus contenidos del factor ideológico, cultural o crítico, parte fundamental de cualquier arte.
Daniel Jiménez es consciente de ello y no se ha visto amedrentado por la posibilidad de crear polémica, algo fácil en un mundo en el que cualquier elemento incorrecto políticamente puede ser tachado con rapidez de intolerante, fascista o peligroso. Políticamente correcto es también una demostración, una reivindicación de los videojuegos como medio para transmitir ideas. En un contexto en el que el entretenimiento electrónico puede ser considerado un arte con todas sus implicaciones como el cine o la literatura, el autor asegura que "es sin duda un medio que debe de estar protegido por la libertad de expresión y de ideas".

En el aspecto técnico, Políticamente correcto está totalmente encuadrado entre los títulos de la cuarta generación. Un apartado visual propio de los 16 bits sirve como escenario a personajes simpáticos y entornos gráficamente austeros, con una música ambiental agradable. El juego ha sido realizado con el programa RPG Maker VX, siendo también decisiva la utilización de software libre, con el empleo de GIMP como herramienta de ilustración. Todo ello con un presupuesto de unos 60 euros.
El juego sirve así como ejemplo de lo que puede conseguirse con una buena idea, incluso en ausencia de una fuerte financiación; nos hace pensar también en lo que el medio podría suponer si las grandes corporaciones variasen un poco la orientación de sus intereses. Según Jiménez, el videojuego "no tiene por qué ser una forma de expresión elitista o de unos pocos".

En definitiva, Políticamente correcto es un título que, sin contar con el gran despliegue técnico propio de una gran superproducción, ofrece un muy rico y complejo contenido a nivel social y cultural. Es una reivindicación, una llamada de atención a un medio atacado por no pocos sectores sociales y que, sin embargo, hace oídos sordos a sus propias posibilidades artísticas, anclado en los tópicos de jugabiliad que han servido bien económicamente durante los últimos años.
La obra de Daniel Jiménez demuestra, en cambio, que el videojuego puede servir para mucho más que lo pretendido por los entornos que fomentan su discriminación. Que no es necesario una fastuosa exhibición gráfica para ofrecer un argumento interesante, y que el medio, normalmente infravalorado, está sujeto al mismo funcionamiento que otras formas de expresión. Entre sus influencias se cuentan, de hecho, títulos del sector como Super Columbine Massacre RPG (2005) o la película Idiocracy (2006).

Una demo que nos ofrecerá la posibilidad de pensar y hacernos preguntas sobre un mundo sujeto a todo tipo de adversidades y conflictos, explotado por unos poderes abusivos mientras una sociedad adormecida se centra en amenazas como la representada por una forma de arte determinada. Un título muy recomendable, cuya principal pega es la de abrirnos el apetito antes de que Daniel Jiménez ponga en circulación, de forma definitiva, su versión completa.

Políticamente Correcto: un futuro diferente en su versión demo está disponible de forma gratuita aquí.

3 comentarios:

Daniel Jiménez dijo...

Gracias por el análisis, como autor del juego lo he visto muy acertado.

Sólo quería apuntar que aunque es necesario que las compañías de videojuegos lancen títulos un poco menos "espectaculares" pero más interesantes en otros aspectos, el periodismo especializado ha de estar igualmente preparado para recibirlos.

En ese sentido el trabajo que estáis haciendo en Cine&Videojuegos me parece mucho más que un paso en la buena dirección. Desde aquí quería felicitarles por sus artículos, y espero tener el juego completo en unos meses.

Saludos

Javier dijo...

¡Hola Daniel!

Estoy completamente de acuerdo. De ningún modo el sector puede evolucionar si títulos algo más avanzados son completamente ignorados por la prensa especializada y - desgraciadamente - en muchos casos también por el público.

Me alegro que te haya gustado el artículo; mis felicitaciones también por el buen trabajo que realizado con la demo.
Gracias por tu opinión sobre nuestros artículos, esperemos que poco a poco vaya calando otra forma de entender los videojuegos. !Esperamos también la versión completa!

schnaider dijo...

que alegria me da que alguien se preocupe por los buenos contenidos, jugaré "politicamente correcto" con mucho animo, buen articulo.

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