Para hablar de Celda 211, la última de Daniel Monzón, hay que decir que es la mejor película española en mucho tiempo. Es una cinta que ha levantado grandísimas expectativas, tanto buenas como malas. Entre ellas la de ser posiblemente una sucesión de tópico tras tópico. En mi opinión afirmativamente: es una película tan tópica como brillante.
El argumento de Celda 211 es muy sencillo y lleno de mala leche: un joven funcionario visita la prisión el día antes de empezar a trabajar para aprender como funciona todo. Justo quiere Dios que ese día haya un motín de tres pares de narices, siendo el pobre hombre el único que queda atrapado en manos de los presos. Para impedir que le saquen los higadillos no le queda más remedio que fingir ser un homicida en primer grado.
A partir de ahí, mucho de buen y viejo cine de acción: tipos muy muy duros, mafiosos siniestros, funcionarios corruptos, disturbios, negociaciones y, por supuesto, una buena dosis de los GEO en acción. Pero lo que se lleva la palma en este filme es el atracón de interpretaciones magistrales: no caben más en dos horas de película. Papelazo de Luis Tosar: Goya evidente, aunque siempre se diga. Juega con recursos muy difíciles pero consigue lo principal, que nos olvidemos de que le estamos viendo a él. Realmente estamos viendo a un personaje de carne y hueso, un auténtico delincuente habitual, sacado de una verdadera cárcel.
Pero su actuación no hace sombra a la de Antonio Resines - grandioso como siempre -, Vicente Romero - quien ya fue brillante en Padre Coraje -, Joxean Bengoetxea o Manuel Morón. Manolo Solo vuelve a demostrar que tan pronto realiza la comedia más desternillante como el drama más intenso. Carlos Bardem, en el papel de un mafioso colombiano, llega a hacernos creer que nació en Bogotá y confirma mi teoría personal de que supera con creces a su hermano Javier.
Si hay un actor que que logra destacarse por méritos propios sobre todos los demás es el gallego Luis Zahera; hace un papel completamente real, con el que nos sentimos identificados, como si viéramos en la pantalla realmente a alguno de los muchos parias que nos hemos cruzado en las calles de las ciudades. Si no le dan el Mejor Actor Revelación nos habrán tangado con los Goya.
Si algo puede criticarse de esta película es la actuación de su protagonista Alberto Ammann. Sin ser mal actor está claro que le falta experiencia para verse las caras con jefazos como Luis Tosar o Antonio Resines. También hay quien critica de Celda 211 la exhibición de estereotipos. La aparición del típico narco colombiano, calavera español, heroinómano gallego, etarras intelectuales y leídos... A mí eso me parece una virtud: la convierte en una historia real. Cuando escuchamos las conversaciones entre el brutal Malamadre y su compañero Tachuela - trabajazo de Romero - estamos viendo a los macarras de la vida real retratados con toda fidelidad y detalle. Y sobra decir que, para el cine español, es un acto de valentía y madurez convertir el terrorismo vasco en una parte del argumento. Simple y llanamente una obra maestra.
El argumento de Celda 211 es muy sencillo y lleno de mala leche: un joven funcionario visita la prisión el día antes de empezar a trabajar para aprender como funciona todo. Justo quiere Dios que ese día haya un motín de tres pares de narices, siendo el pobre hombre el único que queda atrapado en manos de los presos. Para impedir que le saquen los higadillos no le queda más remedio que fingir ser un homicida en primer grado.
A partir de ahí, mucho de buen y viejo cine de acción: tipos muy muy duros, mafiosos siniestros, funcionarios corruptos, disturbios, negociaciones y, por supuesto, una buena dosis de los GEO en acción. Pero lo que se lleva la palma en este filme es el atracón de interpretaciones magistrales: no caben más en dos horas de película. Papelazo de Luis Tosar: Goya evidente, aunque siempre se diga. Juega con recursos muy difíciles pero consigue lo principal, que nos olvidemos de que le estamos viendo a él. Realmente estamos viendo a un personaje de carne y hueso, un auténtico delincuente habitual, sacado de una verdadera cárcel.
Pero su actuación no hace sombra a la de Antonio Resines - grandioso como siempre -, Vicente Romero - quien ya fue brillante en Padre Coraje -, Joxean Bengoetxea o Manuel Morón. Manolo Solo vuelve a demostrar que tan pronto realiza la comedia más desternillante como el drama más intenso. Carlos Bardem, en el papel de un mafioso colombiano, llega a hacernos creer que nació en Bogotá y confirma mi teoría personal de que supera con creces a su hermano Javier.
Si hay un actor que que logra destacarse por méritos propios sobre todos los demás es el gallego Luis Zahera; hace un papel completamente real, con el que nos sentimos identificados, como si viéramos en la pantalla realmente a alguno de los muchos parias que nos hemos cruzado en las calles de las ciudades. Si no le dan el Mejor Actor Revelación nos habrán tangado con los Goya.
Si algo puede criticarse de esta película es la actuación de su protagonista Alberto Ammann. Sin ser mal actor está claro que le falta experiencia para verse las caras con jefazos como Luis Tosar o Antonio Resines. También hay quien critica de Celda 211 la exhibición de estereotipos. La aparición del típico narco colombiano, calavera español, heroinómano gallego, etarras intelectuales y leídos... A mí eso me parece una virtud: la convierte en una historia real. Cuando escuchamos las conversaciones entre el brutal Malamadre y su compañero Tachuela - trabajazo de Romero - estamos viendo a los macarras de la vida real retratados con toda fidelidad y detalle. Y sobra decir que, para el cine español, es un acto de valentía y madurez convertir el terrorismo vasco en una parte del argumento. Simple y llanamente una obra maestra.
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